lunes, 5 de septiembre de 2011

Si, Adrián.

Gris. Stand by. Nublado. Largada. Eso no soy yo en ningún aspecto de mi vida. Me gusta blanco, o negro. No me gustan los intermedios, los casi pero no. Son una mentira. No existen. Son imposibles. O te gusta el chocolate, o no te gusta. O te gusta un cantante, o no te gusta. O te gusta un programa, o no te gusta. O te decidís a algo, o no lo hacés. O saltás y te tirás, o te quedás mirando desde arriba con vértigo en las piernas. O gritás y que se escuche lo que pensás, o te lo callás y morís en vida. O estás mal, o estás bien. No estás más o menos. Si estás más o menos te pasa algo. No estás bien, estás mal. Un poco mal. No más o menos.
Prácticamente el 90% de las veces, lo que me propongo lo logro. Soy muy objetiva, y a eso voy siempre, al objetivo. Y ahí llego. Y si no llego, intento de nuevo. Y llego. Perservera y triunfarás, como buena vasca porfiada que soy.
Pero evidentemente esto no es lo mío. Nunca lo fue. No se jugar. Pierdo. 50 y 50. 50% mío y los miedos que vos me trasladaste. Mío y vos. No es que me cueste reconocer las cosas. O si. Pero no puede ser mío. Eso no soy yo. Eso es lo que dejaste acá, es tuyo, te pertenece, retiralo de alguna manera de mi ser, porque no forma parte de mi esencia. No me gusta el miedo, menos el miedo que no es mío. Lo mío es la lucha, pero no el miedo. Lo mío es la claridad, la organización, no la inestabilidad. Esa parte no es mía, no puede convivir con lo que soy, no a lugar. Llevate todo rastro tuyo de acá. No más a tu fisonomía, no más a tu esencia. No más.

¿Será que estás en la otra punta del planeta? ¿O no estás? ¿Puede pasar eso? ¿Puede que no estés en ningún lugar? Simplemente... que no estés.

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