Wolverine.

Y de repente con delay me surge la pregunta más idiota del planeta: ¿Tendría que haberte saludado? No, no tendría que haberte saludado un cuerno. Con esa cara de perro mojado (aunque ahora se parece más a un oso... o a un X-Men) no me comprás más. Esas son las reglas de juego que elegiste, perfecto. Vos decidiste primero. Así jugaremos, entonces. You lose.

¡Feliz día, má!

Feliz día a esa mamá atípica, como digo siempre. Esa mamá que te dice “dale, salí un ratito” cuando te ve estudiando todo el día, esa mamá que puede recorrer miles de negocios buscando el esmalte verde que querías. Esa mamá que te imita el ruido del celular cuando sonó, para saber si era llamada o mensaje. Esa mamá meteoróloga, que te anuncia el clima para ver qué ropa te ponés. La que puede pasar mil veces por un lugar que le pidas. La que te prende una vela y reza a todos los santos con mucha fe, para que rindas bien el parcial.
Una mamá como pocas, una mamá que puede salir corriendo cualquier día, en cualquier momento y a cualquier hora, sea donde sea que estés porque te pasa algo, por más mínimo que sea. Una mamá que agradezco todos los días tener. Esa que me enseñó que ser buena gente y tener valores es esencial. Esa que inculcó todo eso en mi esencia. Esa mamá que puede bancarte horas llorando cuando alguien que no te merecía te hizo poner así, una y otra vez, incluso por años. Esa mamá que siempre tiene en el momento justo, la frase justa que necesitás oír. Esa mamá que te dijo como iban a ser las cosas, y siempre tenía razón. Una mamá que pone apodos graciosos a las cosas, una mamá que de a poco intento amigar con la tecnología, una mamá poco cocinera pero con sus especialidades, una mamá genial.
Gracias por todo má, ¡te amo!.

Move on!

Si te hace bien, ¡hacelo!. Pasemos del dicho, al hecho.