sábado, 26 de marzo de 2011

Compláceme y firma sin mirar la letra chica.

Que si, que no, que uno, que otro, que acá, que allá, que ayer, que hoy, qué-se-yo y yo-qué-se otra vez. Tengo un espectacular mambo de cosas en la cabeza y no puedo explicar ninguna. Bárbaro, bárbaro. Me fumé el deseo y aún estoy esperando su completa concreción, ¿Será como los contratos de tracto sucesivo o como los de ejecución diferida? Quizás si, quizás sus efectos se prolonguen en el tiempo o comiencen algún día después. (Nota: el derecho ya me quemó la cabeza).
Yo se que en la entrada anterior parecía haber retonardo mi lucidez -o al menos un atisbe de coherencia- al escribir, pero bueno queridos lectores (CUEEECK!), nada es para siempre.

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