sábado, 22 de enero de 2011

Cuando te hartes de amores baratos de un rato, me llamas.

Acabo de llegar a mi casa. Son las 5 de la mañana y sos un hijo de puta. Después de cuatro cervezas con amigas ya no se si estoy llorando por tu culpa, o por la crema que me entró a los ojos cuando me saqué el maquillaje, no importa la cosa no varía mucho, sos un hijo de puta anyway.
La próxima voy a optar por solicitarte cordialmente que agendes bien a mano tres números telefónicos. El de alguna de estas minitas que te dan lo poco y básico que pretendés de una “mujer”, el de un psicólogo para que converses con alguien tus graves trastornos mentales y me dejes al menos un saludable tiempito en paz, y el mío para cuando te decidas a jugártela por una mina de verdad y dejes esa patética cobardía de lado que tanto te caracteriza.
No puedo creer que sigas generando este tipo de situaciones que me estallan la cabeza. Un día pienso que sos lo mejor que me puede haber puesto el destino en el camino, y a los pocos segundos lográs que tenga considerables ganas de hacerte cualquier pésima (y poco esperable de mi parte) maldad para hacerte sentir de alguna manera lo mierda que me hacés. Ya no se como demostrarte que te comportás como un tremendo pelotudo flaquito, CRECÉ.
Agradezco a mis amigas, y al blog por permitirme descargar la bronca que tengo dentro evitando una desgracia o una pelotudez de mi parte. Qué texto más boca sucia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario